Juguetes – Galería de horrores

Postrada estoy en el sofá, presa de una tortícolis que lleva ya 3 días invadiendo la parte posterior de mi cabeza. Ayer pensé que se me había pasado, y salí con el coche a última hora a comprar algo de leche y otras cosillas que faltaban en casa. Error. Grave error. El error fue que me puse las gafas en vez de conducir con las lentillas, y al aparcar en el centro comercial, tuve que girar la cabeza más de la cuenta -parece una chorrada pero el prescindir de mirar por el rabillo del ojo hace que gires la cabeza de forma totalmente antinatural, y claro -craaak, ya la tenemos liada. Un poco más y parezco la niña del exorcista.

Como cada año, ya está aquí la avalancha publicitaria de juguetes útiles e inútiles, el 90% de ellos encuadrados en esta categoría.

El anuncio de esta mañana; un bebé FEO DE COJONES que además de  eructar se tira pedos y luego se ríe, me ha dejado un mal cuerpo que no veas. Pero qué bicho tan asqueroso.

Así que estaba yo buscando por la internés el bicho en cuestión para que le podáis ver la cara, cuando de pronto he tropezado con el colmo de la tecnología. Un bebé que funciona por RFID -identificación por radiofrecuencia-, le acercas la pulsera, te reconoce y te llama mamá. Maravilloso. Alta tecnología, de la que se utiliza en los hospitales para prevenir el cambio indebido de bebés o los secuestros, aplicada a la juguetería del tipo «ya no sé qué hacer para vender más kilos de plástico inútil».

¿Y qué gracia tiene el asunto, digo yo? Una vez que la niña ha comprobado la eficacia del sistema un par de veces, cogerá al bicho y tratará de bañarlo, o hacerle alguna perrería. 40 euros por el wáter.

 

 

Bebé con pulsera

Bebé con pulsera

 

Con lo que sí se van a poner las botas es con este «asequible» artefacto, el famoso robot R2-D2, acompañado de otro igualmente barato que te pasas, el también famoso Halcón Milenario

 

 

R2D2

R2D2

Halcón

Halcón

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vamos, que de éstos van a vender tonelada y media. Casi 3000 gallifantes por el dichoso robot de las narices. Definitivamente, hemos perdido el norte. Resulta incluso obsceno. Y mira que soy fan de la guerra de las galaxias, pero ésto me parece excesivo.

En cuanto al perrito gigante para niños que quieren perro y cuyos padres se niegan a tener perro, pero quieren tener al niño contento me parece deprimente. Casi 200 euretes que cuesta el bicho. Lo que debería hacer el niño es tirarles el bicho mecánico a la cara: O se tiene perro o no se tiene, pero insultar la inteligencia de los críos pensando que un artefacto electrónico podrá sustituir la experiencia real de tener un animal vivo en casa, me parece muy triste. Los animales domésticos son un placer, pero también una responsabilidad, los perros forman parte de las familias, con lo bueno y lo malo, con los ratos divertidos y con la jodienda de llevarlos al veterinario cuando están enfermos, sin contar con la pena profunda que sientes cuando tu perro se muere. Es tener un ciclo vital dentro de casa, y no tiene nada que ver con los «guau guau» de un bicho electrónico. Y si no que se lo digan a mi hija, que últimamente no pierde ocasión de peinar a Wanda, mientras la muy perra echa la siesta en el sofá. Y se deja, la muy zorrona, vaya si se deja.

 

Perro

Pobre niña, si este peluche tiene que ser su mejor amigo. Qué triste sucedáneo.

De las barbies y similares, ya ni hablo. Al menos, ellas siguen en su línea, caballos con largas melenas, carrozas llenas de purpurina y corazones y rosas por todos lados. 

PODIOS qué horteradas. Cada vez me alegro más de haber comprado los juguetes que compré -ayer escribimos la carta a los reyes convenientemente aleccionados-, y básicamente lo que nos falta por comprar es:

Libros. En abundancia. Del Cid Campeador, de Asterix y del Jabato. Pese a que a mi hijo leer no le resulta náda fácil, le encantan los libros. No hay noche en que no coja uno de su estantería y se ponga con él un buen rato.

Naves de la guerra de las galaxias. Aún recuerdo cuando me hacía yo misma las naves imperiales, con canicas, papel de plata y cartulina negra. También quiere un disfraz de Darth Vader, y eso lo vamos a tener pelín complicado, porque 50 euros por un cacho tela y el casco negro, va a ser que no. A ver qué se me ocurre. La bruja de mi hija -lleva toda la mañana castigada por terca y por soltar embustes- quiere un disfraz de princesa. Vale. Lo de los disfraces sí me parece bien. Es uno de los mejores juguetes que hay. También queremos algo de material bélico, sobre todo pistolas. Ayer me hice con dos espadas de gomaespuma, les encanta sacudirse. 

Tendré que comprar algunos gormitis (voy a tener que convertirme en experta en series de gormitis), para hacer juego con la Isla de Gorm, que le ha regalado mi madre. Ayer me hice en Juguetilandia con algunos vestidos para las múltiples barbies (total, no sé para qué porque andan casi siempre desnudas, las muy guarras). Así tendrá con qué llenar el armario de la Barbie que le caerá -de parte de su abuela- como «paje» de los reyes el día 25.

Así que a partir de hoy, que ya hemos escrito la carta, mejor será poner la tele lo menos posible no vaya a ser que comiencen los nervios por no haber pedido el perrito gigante electrónico, al cual se follaría nuestra perra sin ningún problema, y no hablo en metáfora; el halcón milenario o el puñetero R2 para millonarios o las muñecas de patas larguísimas que me ponen de los nervios.

Uf. 

Navidad.

Dichosa navidad.

Silcas

2 respuestas

  1. Una sugerencia: sed precavidos esta Navidad.
    Un saludo 🙂

  2. Lo seremos, tranquila, lo seremos. Yo más que precavida, voy a ser transparente e invisible. Cuanto antes pase, mejor.
    Dios, vamos a ser 11 adultos a cenar en nochebuena… ¡¡y 10 niños!! me voy a suicidar.
    Silcas

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