Ay Faunia

Pero qué paaaasa… Si es que cada día estamos mas enloquecidos, yo creo que vamos a terminar perdiendo el norte como sigamos viviendo en este país.

Hoy tocaba Faunia. He puesto el despertador a las 8, naturalmente no ha sonado (tiene una función completamente estúpida que se llama «weekend sleeper» que consiste en que si es sábado o domingo, aunque pongas el despertador NO suena, a menos que específicamente le quites esta función. Y por supuesto, se me olvidó, y hemos abierto el ojo a las 09:20.  Ayer caí en la cama completamente abotargada por los fármacos -buenas noticias, la infección de la garganta parece que se está yendo, la mala noticia es que se ha ido derechita a mi punto débil: los pulmones. Ya tengo una tos más que mediana, y yo creo que llevo febril todo el día. Voy a pedir hora a super-Grajal, a que me chute sus antibióticos especiales porque el augmentine que me recetaron el jueves no me ha hecho NADA. Ya me lo dijo; «querida, los bichos que tú tienes en los pulmones, con la amoxicilina se hacen bocatas».

En fin, que llegamos a Faunia, y nos encontramos con las COLAS más grandes del mundo, todo quisque con un montón de cupones de descuento en mano, a aprovechar, que con esto de la crisis, cualquiera cosa rebajada fue mejor. Madre de Dios, pero es que se ha metido aquí todo Madrid.

Tras esperar pacientemente nuestro turno, llego a la taquilla donde una TORDA, porque no tiene otro nombre, me da el primer disgusto del día. Que digo yo que si te dan una tarjeta VIP es para que te traten, como mínimo, igual que a los demás, pero nunca peor.  La tarjeta VIP  me la dieron por un evento estupendo que organizamos hará un par de años,  y lo cierto es que cuatro o cinco veces al año, nos damos una vuelta. Nos dejan pasar a 5 gratis, cosa que es de agradecer, visto el precio de las entradas, y a mí me encanta que me la envíen porque es la única tarjeta VIP que tengo…

La torda de turno coge la tarjeta, la mira con desprecio, coge un folio, me lo tira junto con un boli y me suelta un «apunte su nombre y número de entradas». La última vez que estuve, esa bonita labor artesanal la realizó la propia señorita de la taquilla, que ya me parece el colmo que me haga realizar su trabajo, pero lo que me tocó el ovario izquierdo, y a mi cónyuge los cojones, dicho mal y pronto, fue que según me encarga semejante labor me espeta un «apártese que voy a atender al siguiente». Yo flipo en colores. No es tanto el procedimiento como la cara de desprecio con que me lo ha dicho. Cónyuge A se encarga de manifestarle su disconformidad con el tono, el modo, la forma y también su intención de ir a ver al director de Faunia para decirle que su tarjeta VIP vale exactamente una mierda. Porque con la siguiente señora -la pobre no sabía dónde meterse- empleó un trato exquisito, le ofreció el plano, los horarios y toda la pesca. En cuanto a mí, sólo le faltó  escupirme.  Qué le habré hecho yo a esta gilipollas, que no tiene otro nombre. Eso sin contar con que si hacen eso a cada VIP, se quedan sin clientes en un pis pas.

El parque estaba a reventar, LLENO absolutamente, pasamos de los leones marinos y aprovechamos que todo el aforo del parque estaba concentrado en el teatro lago para dar una vuelta por la noche, los polos, la selva, el bosque templado y la evolución.

Aquí van algunas foticos para que veáis que los bichos siguen en perfectas condiciones -eso sí: lástima de pingüinario, qué guarro está!!!!

Y tu que miras

Y tu que miras

Son dos, o bien espulgandose o bien haciendo un 69

Son dos, o bien espulgandose o bien haciendo un 69

El monito en pleno esplendor

El monito en pleno esplendor

Esto del otoño caluroso tiene sus efectos secundarios. Parecía una segunda primavera. Había dos monitos despiojándose mutuamente con entusiasmo, así que nos llevamos de allí a nuestros hijos antes de que el macho se animase y se la metiese a la hembra con total impunidad, pero da igual, los enanos ya están más puestos que la leche, y en cualquier momento les oías a voz en grito: » mamá, esos bichos están follando» «no, hijo, se están dando besitos» «bueno, pues eso». Joer con los enanos, ya vienen con la información sexual de serie y ya a este paso ni hará falta darles la charlita de rigor, directamente uno se dará cuenta de que alguien le manga las gomas y no es la asistenta.

De vuelta a casa, me pongo a intentar arreglar el enganche de uno de los visillos, que se ha desprendido y queda bastante feo. Aparentemente, es fácil; como estoy perezosa y paso de coger aguja e hijo, me hago un apaño con cinta de algodón con adhesivo y la plancha. Eso hago: agarro el visillo por la parte de dentro, le pongo las cintas con el adhesivo hacia abajo y pongo la plancha encima… cuando voy a quitarla, comprendo con horror que acabo de fundir el soporte del visillo con la base de la plancha, porque es de PLÁSTICO, cacho acémila. Mierda. Cojo el ungüento limpiaplanchas, consigo quitarle la mierda adherida, la limpio con un trapo, y trato de ver cómo coño arreglo el desastre. Ahora ya no hay nada que coser, lo he fundido con mi arte y mi salero. Vale. Pues nada, fiselina, un pañuelo viejo, y con un trapo por encima, pongo la plancha. Consigo arreglar el desaguisado y engancho el clip en el soporte, vaya, pues ha quedado perfecto. Gracias a Dios.

Eso sí, me ha llevado el doble del tiempo que hubiera tardado si lo hubiese hecho con aguja e hilo desde el principio, eso me pasa por vaga.

Pues eso, feliz día de la hispanidad, felicidades a las Pilares,y que los que vayáis al desfile le tiréis unos cuantos huevos podridos a zapatero de mi parte, que estaré viendo G-Force en sesión matinal con los enanos. Eso sí; si queréis pintárselos de negro para que se sienta como en casa, lo dejo a vuestra elección.

gforce

Silcas

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